miércoles, 1 de diciembre de 2010

Infarto

Introducción: sistema cardiovascular


            Con la intención de referencia al infarto cardíaco a lo largo del trabajo, se torna necesario la mención y explicación de ciertos aspectos del sistema cardiovascular.
            El mismo está compuesto por el corazón y el aparato circulatorio. El primero actúa como una bomba que impulsa la sangre hacia los órganos, tejidos y células del organismo. La sangre suministra oxígeno y nutrientes a cada célula y recoge el dióxido de carbono y las sustancias de desecho producidas por esas células. La sangre es transportada desde el corazón al resto del cuerpo por medio de una red compleja de arterias, arteriolas y capilares y regresa al corazón por las vénulas y venas. Si se unieran todos los vasos de esta extensa red y se colocaran en línea recta, cubrirían una distancia de 60.000 millas (más de 96.500 kilómetros), lo suficiente como para circundar la tierra más de dos veces.
            El corazón se encuentra en el centro del pecho entre los pulmones, detrás y levemente a la izquierda del esternón. Una membrana de dos capas, denominada pericardio envuelve el corazón como una bolsa. La capa externa del mismo rodea el nacimiento de los principales vasos sanguíneos del corazón y está unida a la espina dorsal, al diafragma y a otras partes del cuerpo por medio de ligamentos. La capa interna del pericardio está unida al músculo cardíaco. Una capa de líquido separa las dos capas de la membrana, permitiendo que el corazón se mueva al latir a la vez que permanece unido al cuerpo.
El corazón tiene cuatro cavidades rodeadas por gruesas paredes de músculo. La parte inferior del corazón se divide en dos cavidades denominadas ventrículos derecho e izquierdo, que bombean sangre hacia el exterior del corazón. Los ventrículos están divididos por una pared denominada tabique interventricular, la cual permite mantener constante la separación entre la sangre oxigenada y la que contiene dióxido de carbono.

Infarto: definición


El infarto cardíaco, también conocido como infarto agudo de miocardio, es un cuadro clínico que se caracteriza por lesiones y por la necrosis  de las células del miocardio, ambas de carácter irreversible, ocurren a consecuencia de una isquemia (falta de aporte de oxígeno) prolongada; ésta, a su vez, es provocada por el riego sanguíneo insuficiente producido por la obstrucción de una de las arterias coronarias. En otras palabras, la isquemia que resulta de tal obstrucción produce la angina de pecho que, al ser recanalizada de manera precoz, evita la muerte del tejido cardíaco; de lo contrario, se produciría una lesión del miocardio y finalmente la necrosis, es decir, el infarto propiamente dicho.
Factores de riesgo
Dentro de los principales factores de riesgo concernientes al infarto agudo de miocardio pueden mencionarse, entre otros:
Mencionados ya los factores de riesgo más comunes, puede realizarse una clasificación de los mismos según su origen:
Genéticos
Adquiridos
Pueden recibir el nombre de factores hereditarios. Son aquellos con los que la persona nace y que no pueden modificarse, pero pueden mejorar con la ayuda del tratamiento médico y los cambios en el estilo de vida.
Son causados por las actividades que se incluir en la vida cotidiana, pueden controlarse mediante cambios en el estilo de vida y los cuidados clínicos.
De este modo, y habiendo mencionado los principales factores de riesgo, se puede realizar un estudio más preciso acerca de aquellos que tienen mayores posibilidades de un infarto agudo de miocardio. Entre las personas que se caracterizan con los factores genéticos tienen mayor riesgo:
  • Personas con hipertensión (presión alta de la sangre) hereditaria.
  • Personas que han heredado niveles bajos de colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad), triglicéridos o niveles altos de colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad) en la sangre o niveles altos de triglicéridos.
  • Personas con antecedentes familiares de enfermedad del corazón.
  • Los hombres y mujeres ancianos.
  • Las personas con diabetes mellitus (diabetes de tipo I).
  • Las mujeres después del comienzo de la menopausia - generalmente, los hombres empiezan a tener riesgo a una edad más temprana, pero tras la aparición de la menopausia el riesgo es el mismo para las mujeres.
Por otro lado, si se tienen en  cuenta los factores “adquiridos”, aquellos que corren un mayor riesgo son:
  • Personas con hipertensión adquirida - presión alta de la sangre.
  • Personas que han heredado niveles bajos de colesterol HDL (lipoproteína de alta densidad), triglicéridos o niveles altos de colesterol LDL (lipoproteína de baja densidad) en la sangre o niveles altos de triglicéridos.
  • Los fumadores.
  • Personas que están sometidas a mucho estrés.
  • Personas que bebe demasiado alcohol.
  • Personas con un estilo de vida sedentario.
  • Personas con un sobrepeso del 30 por ciento o mayor.
  • Personas que comen una dieta alta en grasa saturada.
  • Personas con diabetes del tipo II.
Los factores de riesgo cardíacos modificables (factores de riesgo adquiridos) pueden ser prevenidos al mantener un estilo de vida más saludable. La actividad física, por ejemplo, se asocia con riesgos más bajos.[ ]Los factores de riesgo no modificables incluyen la edad, el sexo, los antecedentes familiares y otros factores de predisposición genéticos.
Con respecto a las mujeres, aquellas que consumen pastillas anticonceptivas combinadas, tienen un modesto aumento en su riesgo de un infarto de miocardio, en especial en presencia de otros factores como el hábito de fumar.[]

Control de los factores de riesgo

Evitar los infartos cardíacos no es imposible. Si bien los factores de carácter hereditarios resultan más difíciles de controlar, los que se adquieren mediante la rutina diaria son más maleables en cuanto a tratamiento o cuidado. Es necesario adoptar las medidas necesarias para eliminar o reducir hábitos perjudiciales; no ser desconocedores de las condiciones del organismo relacionadas con el sistemas circulatorio, es decir, saber si, por ejemplo, se padece de hipertensión o de niveles anormales de colesterol; consultar a un médico para determinar si se tiene factores de riesgo genéticos que no se puedan modificar, y tener en cuenta que éstos se pueden controlar médicamente y por medio de cambios en el estilo de vida.

            Síntomas

Los síntomas del infarto de miocardio, generalmente, aparecen de forma gradual, es decir, en el trascurso de varios minutos (salvo raras excepciones que ocurren de manera instantánea).
El principal síntoma característico  del infarto agudo de miocardio, es el dolor registrado en el centro del tórax, de manera repentina, descrito como una presión u opresión de intensidad severa, la cual tiene una duración mínima de 20 minutos. Este padecimiento físico no se modifica con los distintos movimientos musculares, con las diferentes técnicas de respiración ni con los cambios de postura, y se le puede sumar otros síntomas de carácter secundario como el malestar; la incomodidad; el dolor de brazo, muñeca, mandíbula, espalda u hombro, como también pueden manifestarse un aumento considerable de la sudoración, la sensación de náuseas, vómitos y/o mareos. Estos últimos síntomas se deben a la liberación masiva de catecolaminas[2] por parte del sistema nervioso simpático, es decir, el cuerpo genera una respuesta natural al dolor y a las anomalías hemodinámicas que resultan de la disfunción cardíaca.
Con respecto a la necrósis[3] miocardiaca, puede presentarse sin síntomas, o bien, estos pueden pasar desapercibidos y no ser reconocidos, ya que en algunas ocaciones, como ocurre con los infartos que afectan a la cara inferior o diafragmática del corazón, tienden a confundirse con, por ejemplo, la indigestión o algún síndrome viral.
Cuando el daño del corazón reduce el gasto cardíaco del ventrículo izquierdo y, así, causa insuficiencia ventricular izquierda que conlleva al edema pulmonar, se lo conoce como disnea.
Los síntomas más graves que puede llegar a padecer una persona al sufrir un infarto de miocardio, involucran la pérdida de conocimiento debido a una inadecuada perfusión cerebral[4] y shock cardiogénico[5].


Resucitación cardiopulmonar (RCP)

1.      Liberar a las vías aéreas de cualquier obstrucción mecánica o de posición. Para ello se debe situar al paciente con la mayor delicadeza posible en una superficie plana, extender su cuello, retirar cualquier objeto extraño de la boca (incluye prótesis dentales), y finalmente jalar la lengua hacia afuera con la finalidad que no obstruya el paso del aire a los pulmones. En un niño menor de un año, a veces se le puede cargar entre brazos con el tronco y cabeza lo mas recto posibles.

2.      Iniciar la respiración asistida, boca a boca, y en los niños menores de un año: boca a boca-nariz.

3.      Dar masaje cardiaco: previamente se debe verificar si existe la necesidad de masaje cardiaco o no (porque puede que se haya iniciado solamente como paro respiratorio y aun tenga latidos cardiacos), esta evaluación se hace tomando el pulso en la arteria carótida y si no hay latidos iniciar  la reanimación cardiaca. El masaje cardiaco tiene sus diferencias en cuanto a la edad del afectado.
Si es un niño menor de un año debe presionarse el tórax con los dos dedos de la mano dominante (índice y medio) hasta una profundidad entre 1/2 a 1 pulgada y enérgicamente. Son cinco masajes por cada ventilación boca a boca-nariz.
Si es un niño de entre 1 año ha 8 años, se presiona el tórax con la mano dominante hasta una profundidad entre 1 a 1y1/2 pulgadas en forma enérgica. Son 15 masajes a 2 ventilaciones boca a boca.
Si es un niño mayor de 8 años o un adulto, la presión del tórax se hace con las dos manos, en forma recta y enérgica, con una profundidad entre 1y1/2 a 2 pulgadas. Se hacen 15 masajes por dos ventilaciones boca a boca.
Los masajes deben darse en una aproximación de 80 a 100 veces por minuto. 


·         Masaje cardíaco externo: Consiste en comprimir el corazón entre el esternón y la columna vertebral cargando el peso sobre el tercio inferior del esternón de la víctima. Para localizar este punto con exactitud se debe seguir con los dedos de una de las manos el borde inferior de las costillas en dirección al esternón, y en la zona central del pecho se chocará con la punta cartilaginosa del esternón (apófisis xifoides); en este punto se pondrán 2 o 3 dedos de la otra mano en dirección a la cabeza y en este nuevo punto se colocarán el talón de la primera mano. Esta es la zona donde se realizarán las compresiones, quedando completamente desnuda y especialmente si existen sujetadores con aros metálicos; ello implica actuar con respeto a la intimidad del sujeto.

Para ello, sin apoyar ni la palma de la mano ni los dedos sobre la víctima, se pondrá la otra mano sobre la primera (mejor entrelazando los dedos) y con los brazos rectos y perpendiculares al pecho de la víctima se dejará caer el peso con el fin de hacer descender el tórax unos centímetros.

Las compresiones serán secas y rítmicas (se debe contar: ...y uno... y dos... y tres... etc.), en numero de 15, posteriormente se volverá a dar dos insuflaciones rápidas y de nuevo 15 masajes externos.
Cada conjunto de 2 insuflaciones y 15 masajes se denomina ciclo de reanimación con un socorrista. Si son dos los reanimadores, el ciclo es de 1 insuflación y 5 masajes. Se considera secuencia al conjunto de 4 ciclos completos de reanimación.


Tratamiento médico


Es importante rápidamente al servicio médico (en el caso de Argentina, el numero es el 107).
Tras la llegada de los médicos de emergencia o paramédicos al lugar, se confirmará rápidamente el paro cardíaco y se desfibrilará a la víctima al enviar una descarga eléctrica a través del pecho. El aumento repentino de electricidad tiene el objetivo de detener el ritmo cardiaco inefectivo e irregular. Esto puede permitir que el corazón retome un patrón eléctrico más normal. Los desfibriladores externos autómatas revisan el ritmo cardiaco antes de indicar al rescatista a administrar la descarga.
Tras llegar al hospital, los paramédicos en la escena y los médicos proporcionan cuidado médico esencial y monitoreo intensivo, administrando medicamentos, insertando un tubo para mantener una vía respiratoria abierta. Con frecuencia se administra epinefrina temprano para hacer que el corazón sea más receptivo a impulsos eléctricos y mejore el flujo sanguíneo al corazón y cerebro. El paciente recibirá oxígeno, ya que, incluso si se restablece un ritmo cardíaco efectivo, los niveles bajos de oxígeno pueden causar serias complicaciones, incluyendo daño al corazón, cerebro, y otros órganos vitales.

En el hospital, el médico interrogará al paciente acerca de:
·         Síntomas antes del colapso.
·         El historial médico y de medicamentos del paciente.
Tras el avance positivo del estado clínico del paciente, el médico:
·         Valorará los electrocardiogramas realizados por el personal médico de emergencia.
·         Realizará un examen médico.
·         Confirmará que ha ocurrido un paro cardiaco.
·         Buscará la causa.
·         Evaluará los efectos del cuidado pre-hospitalario.
·         Ordenará exámenes de sangre y de diagnóstico adicionales para ayudar a determinar la causa del paro.
Una máquina de telemetría seguirá monitoreando la actividad eléctrica del corazón para el mejor seguimiento del paciente.


Conclusión

El conocimiento y entendimiento del sistema cardiovascular es necesario para comprender los efectos y las consecuencias del infarto cardiaco. Es de suma importancia estar al tanto de los factores de riesgo, tanto genéticos como adquiridos, para poder controlar el estado de salud personal (y por qué no, del entorno consanguíneo y amistoso de la vida cotidiana). Es imprescindible adoptar aptitudes y actitudes que eviten estas situaciones de riesgo, saber que un cambio en el estilo de vida puede ser vital, así como estar precavido de las dificultades que se pueden llegar a presentar.
El instinto humano es siempre hacer algo por quien se encuentra en peligro. Sin embargo, aunque se quiera ayudar, muchas veces el miedo, la inseguridad o la falta de conocimiento, nos impide actuar o brindar la ayuda adecuada y oportuna. Cuando ocurre un accidente, actuar con rapidez puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, entre ayudar o empeorar la condición de la persona que lo sufre. Es por esto que saber brindar los primeros auxilios es trascendental. La clave para poder actuar con rapidez es el eficaz reconocimiento de los síntomas.
Aún antes de la llegada de profesionales a asistir a la víctima en caso de emergencia es crucial manipular la información detallada y la técnica necesaria para la correcta reacción ante un problema de esta magnitud.
Si bien la resucitación cardiopulmonar es efectiva, no es la única forma, ni la más eficiente (sin restarle importancia). El cuidado de los profesionales y el seguimiento de los casos es igual o más importante que la resucitación misma, para identificar la causa y poder evitar un nuevo infarto. La prevención se da mediante la información y el acato a un estilo de vida saludable, siguiendo todas las recomendaciones dadas por los especialistas en el tema.



[1] Grupo de trastornos metabólicos, que afecta a diferentes órganos y tejidos y que dura toda la vida, caracterizada por un aumento de los niveles de glucosa en la sangre

[2] Hormonas producidas por las glándulas suprarrenales, las cuales se encuentran en la parte superior de los riñones. Las catecolaminas son liberadas en la sangre durante momentos de estrés físico o emocional.
[3] Es la muerte de tejido corporal y ocurre cuando no está llegando suficiente sangre al tejido, ya sea por lesión, radiación o sustancias químicas. La necrosis es irreversible.
[4] Representa el gradiente de presión con el cual el riego sanguíneo llega al cerebro y de allí distribuye el oxígeno y otros metabolitos necesarios para el normal funcionamiento del cerebro.
[5] Estado en el cual el corazón ha quedado tan dañado que es incapaz de suministrarle suficiente sangre a los órganos del cuerpo.

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